Panamá y su dosis de paraíso


Fotos de Eduard Serra


Por Guille Montiel

La noche del 15 de octubre, en el Teatro Ateneo de la Ciudad del Saber, Panamá tuvo su Dosis de paraíso. Es la penúltima de las presentaciones de sala del Festival PRISMA 2022. Entre tinieblas y en el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable, los amorosos se buscan, se cambian, se abandonan, se olvidan.

Melania Olcina y Arthur Bernard Bazin nos demuestran, con sus movimientos, el diálogo entre dos entes, en que la repetición de las imágenes que se producen es clave dentro de la relación amorosa.

Un latido marca el bit y la música en vivo nos entrega una textura que nos permite indagar en lo efímero de la pieza. La música nos hace notar, entre las voces de los bailarines, que la obra está viva y la estamos viendo nacer.

Su corazón pareciera decirles que nunca han de encontrar, y no encuentran. Buscan, y lo que al principio empieza, como caricia mutua hacia una prórroga perpetua, siempre se está yendo hacia alguna parte. Esperan; no esperan nada, pero esperan.

Un tercer bailarín nos guía en la pieza. Es la luz, dividiendo el espacio y guiando la obra, que nos entrega un universo donde la cuarta pared se descompone y nos hace partícipes del espacio escénico. Es la luz creando atmósferas donde los enamorados aparecen y desaparecen conducidos por las manos de un rojo corazón.



No puedo cerrar sin recalcar lo acertado del vestuario. Cada una de las piezas de indumentaria realza el juego constante de los intérpretes al moverse entre ellos, entre sus géneros. Los colores complementarios, la texturas del terciopelo y la lentejuela, el quita y pon de cada pieza nos producen una ruta y esa ruta un ciclo, como si de sangre vital se tratase.

Dosis de paraíso, creada en 2020 por el coreógrafo Sharon Fridman, nos presenta lo contemporáneo hecho danza, nos habla de que el futuro es ahora, y de la complejidad de las relaciones humanas como única constante para seguir bailando.

Yo, entretanto, solo y sentado entre las capas de luces y humo, no pude dejar de preguntarme: ¿esta es mi dosis de paraíso?



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